Septeto Santiaguero – “Arroz con palitos”

Y le llega el turno a otro tema del doble álbum Para los bailadores: “Arroz con palitos”.

Son oriental por excelencia, pero no del Oriente Cubano sino del Extremo Oriente. Rey, enamorado de una chinita, se lamenta de que tenga que comer el arroz con palitos, maniobra en la que no es muy diestro. Para recuperar el peso perdido reclama un tenedor. ¡Pa’ comer! ¡pa’ qué va a ser!

Osnel Odit, autor de este “Son para una chinita”, como originalmente lo bautizó, entra así a formar parte de ese plantel de nuevos autores santiagueros que el Septeto nos va descubriendo en sus discos:

José Luis Losada(“Alma de coral”,“Esa niña ¡qué cintura!”,“La hija de Pepe”,“No pare los pies”)
Serafín Magdariaga (“Guaracha”)
Rafael Clemente Hechavarría (“El guagancó es más sabroso”,“La wemba de Marilú”,“A ritmo de bongó”)
Antonio Valverde (“¿Quién pudiera vivir sin las mujeres?”)
Jesús Miguel Fernández (“El culpable”)
Alexander Bravo (“Café Marina”)

“Arroz con palitos” quedará ligado para siempre a la voz de Reynaldo Caballero.

Se pueden contar con los dedos de una mano -y nos sobran dedos- los discos publicados por Nubenegra fruto de la grabación de un concierto. En lo que concierne al Septeto Santiaguero era algo que tarde o temprano tenía que llegar. Galapagar reunía las condiciones ideales y allí nos lanzamos.

Aquella tarde-noche en el Centro Cultural La Pocilla, convertido en Teatro Jacinto Benavente, fue larga e intensa. Al terminar el concierto, con el público exigiendo ¡otra! ¡otra!, Fernando Dewar se acercó al micro y comunicó:

“En mi casa hay un dicho: ¿no quieres caldo? Pues te vas a tomar dos tazas. ¿Ustedes piden un bis? pues nosotros les vamos a dar ocho bises. Resulta que este concierto se está grabando para ser publicado como disco en directo. Durante la primera parte se ha producido un fallo eléctrico y se han borrado las primeras ocho canciones que llevábamos interpretadas. Por tanto aprovechamos estos reclamos de ¡otra! ¡otra! para cantarles las ocho canciones y todos contentos.”

Y así fue. Y en el teatro no se movió un alma -salvo para bailar- hasta que se completó la grabación con los ocho bises.

¡Marchando una de arroz con …!

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