El 19 de julio de 2002, en el contexto del tradicional Festival de Música de Schleswig-Holstein y bajo el lema “Spanien im Herzen” (España en el Corazón), Los Gnomos del Flamenco actuaron en la Sager-Halle de Neumünster.
Cuando, tras los músicos, los jóvenes bailarines salieron al escenario uno a uno, el público, que abarrotaba la sala, contuvo la respiración y fue testigo de una gesta flamenca, inédita en aquellas tierras del norte de Alemania. ¡El descubrimiento de los jóvenes flamencos forma ya parte de los anales de la región!
Después del concierto, los periodistas rodearon a Farruquito que, con su tía Pilar, la Faraona, acompañaba al grupo.
“Se dice que lleváis el flamenco en la sangre. ¿Es así?”
“Sí, eso dicen”, respondió con calma Farruquito al periodista.
“Cuando nace un niño, acude toda la familia, que lo celebra unida alrededor de la cuna y canta y baila con alegría al ritmo del flamenco, como en todos nuestros festejos. Pero lo que ves en el escenario no es por arte de magia, es la pasión, el orgullo y la dignidad de ser quienes somos, combinado con un trabajo muy duro. En ese sentido, es probable que llevemos el flamenco en las venas.”
En 1990, viajé a Sevilla con Soli, una amiga enamorada del flamenco que había vivido allí durante algún tiempo. Conocimos a Farruco, el abuelo de Farruquito, que en ese momento era un crío. Farruco dirigía una pequeña academia de baile en un barrio en las afueras y queríamos tomar lecciones suyas.
“Pues vamos a ver lo que sabes hacer”, me dijo Farruco mientras marcaba el ritmo con las palmas.
“Vale, un poco académico”, comentó al valorar mis tímidos pasos.
Le gustó más el baile de Soli y quedamos en recibir dos lecciones diarias durante cuatro días.
Fueron momentos emocionantes. Conocimos a Rosario, la Farruca, quien llevó a su hijo Farruquito para recibir las enseñanzas del abuelo. Y nos dejaron ver como el niño se iniciaba en el flamenco. Farruco, sentado en un banco, le marcaba el ritmo de bulerías mientras Farruquito mantenía el compás desfilando en círculo por el estudio. El abuelo le permitía un pequeño zapateado al pasar ante el gran espejo y luego, al volver a tenerlo a su lado, lo animaba con un beso para que siguiera dando vueltas al paso de bulerías.
En esos días también conocimos a la hermana de Farruco, casada con el cantaor Chocolate. Ella regentaba una pequeña tienda de alimentación y bebidas detrás del estudio. Los dos primeros días invitamos al maestro a un fino y unas tapas en su tienda. Pero los dos últimos, fue él el que nos invitó. Cada día aparecía con una bonita camisa nueva y, casi siempre, llegaba tarde a la clase. Desde luego, le gustaba el estilo de baile de Soli.
En diciembre, organicé un festival gitano en Kiel al que invité a Farruco y su familia. Tuve que garantizarle tres conciertos. Se trajo a sus dos hijas, su nieto, su yerno, el Moreno, y Pastora, una sobrina. Los otros dos conciertos fueron en Lübeck y en la Kampnagel Fabrik de Hamburgo.
Tras de la muerte de Farruco en 1997, mantuve el contacto con su familia. El Moreno, padre de Farruquito, a quien, en el 91, el periódico de mi ciudad había presentado como el hombre más guapo de Andalucía, me habló de Los Gnomos, un grupo de jovencitos bailarines flamencos que había montado él.
El 1 de marzo de 2001, el Moreno sufrió un fulminante derrame cerebral en plena actuación en Argentina. Lo de los Gnomos no dejaba de intrigarme, así que me puse en contacto con Farruquito para hablar con él del grupo. Farruquito accedió a reunirse con Manuel y conmigo y presentárnoslo en su local de ensayo en Triana. Todavía lloraba a su padre y en varias ocasiones había intentado en vano ponerse sus botas de baile. Pero aceptó dirigir el grupo. En el video queda muy claro qué sensacionales son esos muchachos. Tenía que llevármelos a Alemania. Al año siguiente pude realizar mi sueño.
Manuel y yo estuvimos invitados al bautizo de los dos hermanos pequeños de Farruquito, el Carpeta y Alegría. Un poco más tarde tuve el honor asistir a la primera actuación del Carpeta con su madre, la Farruca, en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. La calidad humana de la familia Farruco es impresionante y apoyó a Farruquito en sus momentos más difíciles.
El año pasado, al regresar a Madrid desde Berlín, Manuel me tenía preparada una sorpresa. En el teatro Nuevo Apolo, justo enfrente de las oficinas de Nubenegra, anunciaban un concierto que no nos podíamos perder: “TR3S Flamenco”. Ni más ni menos que el Carpeta, Farru y Farruquito. ¡Colosales! Disfrutamos de lo lindo.
Han revolucionado el baile flamenco manteniendo vivo el espíritu de Farruco. Chapeau!
Es un gran honor poder sumar al Legado de Nubenegra estos dos videos inéditos.
Zazie Schubert-Wurr