El baile saharaui tradicional, normalmente colectivo, suele describir escenas de la vida beduina. Como la tuiza que refleja trabajos comunitarios, siembra, siega, pesca, el cuidado de la jaima… O se inspira en sus propias fábulas o leyendas del desierto.
El que nos ocupa tuvo lugar en “El primer encuentro internacional sobre cultura saharaui” en diciembre de 2008, en la wilaya de Auserd (campamento de refugiados saharauis en la hamada argelina).
Se inicia con cuatro mujeres de la wilaya de Dajla, ataviadas con sus melfas tradicionales, sentadas en el suelo en el fondo del escenario. Una de ellas marca el ritmo con un tebal; es Jeirana Embarek, grande entre las grandes intérpretes de medej, fallecida hace ya unos años. Enseguida toma el micro y canta, mientras las otras tres mantienen el ritmo con las palmas.
En ese momento entran en escena seis mujeres, bailando en fila, totalmente cubiertas con melfas blancas. Entre ellas, en el centro, un hombre con darraá blanca y turbante negro. El pensamiento inmediato que surge es “¿un saharaui festejando con su harén?”, pero lo desestimas porque eso no va con los saharauis.
Van todos muy alegres, aunque a ellas no se les ve la cara. De pronto el bailarín abandona la fila y, metiendo las manos bajo la darraá e inclinando el torso hacia adelante, baila a saltos, descubriendo su identidad. Es un avestruz macho de paseo con su bandada de hembras. Ellas desmontan la fila y bailan todos desenfadados. El macho corretea por en medio.
Al poco rehacen la fila para mostrar, una tras otra, sus habilidades en solitario. El macho celebra el baile de cada una.
De pronto surge un tipo que pone en sobre aviso a las grandes aves. El fusil lo delata. Es un cazador. La reacción de las aves es inmediata. Su mecanismo de defensa consiste en formar un corro con las cabezas sumergidas en el centro, mientras el macho trata de enfrentarse al cazador. Por desgracia, éste último consigue hacerse con un par de avestruces, finalizando así la cacería.
Jeirana con su canto, alertando sobre el peligro inminente, no consiguió conjurar la tragedia.
Fue un hermoso baile tradicional con todos los ingredientes de un cándido guión.
Cuando Mariem Hassan empezó su andadura por los escenarios de medio mundo, su reducido grupo no podía ofrecer bailes como el descrito. Sin embargo en su repertorio siembre colocaba estratégicamente un par de piezas en las que ella ocupaba el lugar de la percusionista mientras ésta bailaba. Así, la cantante se permitía dos pequeños recesos a lo largo de su vigorosa actuación. Cuando Vadiya mint el Hanevi asumió el papel de percusionista y bailarina, con la complicidad de Mariem fue modelando un baile solista saharaui impensable hasta ahora.
Y la escena de caza que nos presentaba el grupo de Dajla en 2008 se convirtió, tan solo un año más tarde, en “Ragsat Naama”, con una coreografía que eleva muchos peldaños la categoría de la danza saharaui.
Mariem, desde su puesto ocasional de percusionista, alerta a Vadiya que va evolucionando según sus oportunos consejos:
“¡Oh avestruz! Aléjate corriendo que llega el cazador. Se acercan jinetes ¡oh avestruz! Se acercan raudos ¡oh avestruz! Eres tan joven que casi puedes levantar el vuelo. Aléjate corriendo para que una nueva generación salga adelante.”
Los resultados saltan a la vista.
Que interesante, me gusta mucho.