En La pulidora, grabado esta vez en España, en Axis, hay elementos más que suficientes para que el Septeto Santiaguero brille con luz propia en esa inmensa galaxia que se ha convertido la música cubana en estos últimos tiempos: las excelentes voces de sus cantantes, que siguen manteniendo viva la tradición santiaguera de cantar a dúo, el trabajo brillante del trompetista, con un sonido más dulce y una mayor gama de registros, los solos de tres de Fernando Dewar, la potente sección de ritmo y esos coros llenos de fuerza y alegría. Bajo la dirección artística de Alberto Gambino, se ha pretendido, sin renunciar a la tradición, abrir el son hacia horizontes más ambiciosos. Sabrosura sonera a raudales y un homenaje entrañable a Marcelino Guerra, apuesto guarachero, gloria del son cubano.
Un disco para bailarlo de principio a fin.
"Lo diré sin rodeos: el Septeto Santiaguero es una de las más grandes orquestas de la historia del son cubano. Pese a lo tortuoso de su biografía y a su escasa producción discográfica (tan sólo dos álbumes). Y pese a la increíble modestia de sus miembros, siete músicos sensacionales liderados por Fernando Dewar, un hombre capaz de hacer con el tres lo que Jimi Hendrix hacía con la guitarra eléctrica. Una de las más grandes orquestas de la historia del son cubano; palabras mayores que suscribirá sin problemas cualquiera que haya tenido la fortuna de asistir a una de las actuaciones del Septeto. En ellas se cuecen a temperaturas de vértigo los secretos de la canción cubana, la pasión por el baile, la espontaneidad dibujada con precisión milimétrica sobre un mapa surcado de emociones, el calor de los ritmos más vitalistas que uno pueda imaginar (y disfrutar). Reflejar fielmente esa música volcánica es uno de los grandes méritos de La Pulidora, el segundo trabajo del grupo, producido por Alberto Gambino y Manuel Domínguez sobre un repertorio impecable de sones, boleros, guarachas y guaguancós tradicionales y modernos: Flor de ausencia, La pulidora, la wemba de Marilú, Los que son y no son, La ratonera, pequeños destellos de gozo, canciones preciosas y precisas, gemas memorables del repertorio de la banda que te atrapan a la primera escucha y ya nunca se van, registradas por fin en todo su esplendor. La propina del disco es una grabación póstuma del gran Marcelino Guerra 'Rapindey' (Me voy a las dos) rescatada de los archivos de Nubenegra y aderezada con veneración y maestría por las voces y los instrumentos del Septeto."
(Efe Eme, 1999)
La gracia de la palabra se alía con una contagiosa cadencia rítmica que afloja la voluntad"
(World Music)
La Pulidora, their second album, seeks to take the sound of the old septets one step further without turning its back and opens the son to more ambitious horizons. It also attemps the seemingly impossible - to capture on a sterile CD with its cold, precise reproduction, the pulse of vitality and warmth that Septeto Santiaguero establishes on stage from the very first note. To do this they use a potent rhytm section: bass, bongos, congas, cencerros, claves, maracas and, for the occasion, even one of the best of the African drum sets to which they add the strings of the guitar and the tres ( Cuban three-stringed guitar), the brilliant punch of a trumpet overflowing with ideas as well as overwhelming background vocals and two exceptional lead singers without whom La pulidora would lose all meaning. An album to dance to from beginning to end. Spicy sones abound as well as an affectionate homage to Marcelino Guerra - the dapper guarachero and one of the great figures of the Cuban son from the past. Thanks to technology the group debuts with "Marcelino Me voy a las dos", a guaracha that was not included in his album Rapindey.